Reflexión 13 de Septiembre

Buenos días 
¿Verdad que tú conoces la MALDAD?
La segunda parte de la cuestión es si reconoces la MALDAD en los otros o en ti mismo.
Quizás se podría contestar que en los dos supuestos: en los otros y en sí mismo.
La MALDAD, como tantas otras cosas, se muestran en un abanico que va desde pequeñas maldades, que siempre hacen daño indudablemente, a maldades que causan daños que pueden llegar hasta ser irreparables.
En todo caso, sí es muy necesario ESCRUTAR el propio corazón para saber con certeza si en verdad hay MALDAD en él, en cuyo caso, el siguiente paso es saber, conocer, hasta dónde llegan esas maldades.
La maldad tiene origen en actitudes que emanan de los pecados capitales, donde está a la cabeza la SOBERBIA, con la ENVIDIA como compañera, aunque en el resto se podrán encontrar también causa para que la persona genere MALDAD.
La MALDAD es la antítesis de la BONDAD, por lo tanto nadie pretenda ser acogido por la MISERICORDIA de Dios si en su corazón hay MALDAD en el grado que se quiera justificar, pero que daña seriamente la relación interpersonal.
Por otra parte, todos debemos saber que la MALDAD destruye la Paz del propio corazón, contaminando a todo el que puede y mostrando una visión falsa de las cosas, que de la mano de la hipocresía y otros, se empeñan en hacer ver lo que no es verdad. Y lo más triste es que no pocas veces lo logran.
No demores CONOCER, saber hasta dónde llegan tus posibles maldades.
De la mano de María, nuestra Madre y nuestra Guía, y por los caminos de la humildad, entrégate a CONOCER lo que hay en tu corazón, para que luego te entregues a la gran empresa de purificarlo, porque hemos de no olvidar las palabras del Señor Jesús: "Bienaventurados los LIMPIOS DE CORAZÓN, porque ellos verán a Dios" (Mt 5,8).
Reza ya, como cada día, a la Santísima Virgen por las necesidades de los Hermanos. AMÉN.
Emilio Castrillón
MATER CHRISTI
Madrid - España
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