Reflexión 23 de Noviembre

Buenos días 
La ENVIDIA bien sabemos que es uno de los pecados más grave que hay.
Tanto que empuja con fuerza al envidioso a hacer cuanto pueda por destruir, por eliminar al envidiado.
Una de las partes graves de esta situación, es que la persona envidiosa pueda llegar a vivir esta disposición de ENVIDIAR como algo muy natural de su ser, pues llega a ver sus reproches hacia el envidiado como algo muy natural y justificado por los comportamientos reprochables, según él, del envidiado.
Sabemos que la capacidad de auto engaño que tenemos las personas, es algo que puede llegar hasta el desconcierto, lo cual ayuda a que por vía de la subjetividad se vivan con certeza falsa realidades que no son tal.
De aquí la necesidad de estar muy atentos y vigilantes a la todo lo que supone la propia percepción de las cosas y de las personas.
La insistencia del Señor Jesucristo en el Evangelio, llamándonos a VIGILAR, a VELAR y a ORAR, no sólo es un valioso Consejo Evangélico, sino que se nos presenta como una NECESIDAD grande para poder avanzar en la Pureza de corazón y en la Rectitud de intención, sin olvidar que (sólo) los LIMPIOS DE CORAZÓN VERÁN A DIOS.
Aunque fuera verdad que no sufres esta enfermedad espiritual que es la ENVIDIA, deberás hacer un chequeo a tus sentimientos y a tu corazón..., para tener la certeza de que estás libre o curado de esta epidemia.
Y si no fuera así, por poco mal que hubiera, ponte en un fuerte tratamiento de curación, según el caso, o de sanación, según la situación real.
La GENEROSIDAD es algo que lucha contra la ENVIDIA, por ello te pido hoy también que reces por los Hermanos que encuentras cada día en esta meditación bajo la mirada maternal, llena de ternura, de María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón
MATER CHRISTI
Madrid - España
www.materchristi.es