Reflexión 28 de Febrero

Buenos días en el Día del Señor, Domingo de la II Semana de Cuaresma.
En el espíritu cuaresmal os quiero proponer una reflexión personal sobre lo que es la esencia del DOMINGO como día del Señor que es.
Hemos de tener en cuenta un par de premisas: Una, que el tercer Mandamiento de la Ley de Dios nos pide, manda, o digámoslo como se quiera, “Santificar las fiestas”; otra, que el domingo es el día en el que Resucitó el Señor Jesucristo, que para los cristianos es la razón principal de nuestra FE.
Estas dos razones tienen peso más que suficiente como para que el Domingo se lo dediquemos solo a Dios, exclusivamente a Dios.
Ahora, bien, somos conscientes, por otra parte, que vivimos en una sociedad que se ha ido organizando de manera en la que el domingo es, para muchas personas, día de trabajo, en el que también hay multitud de servicios para la sociedad que son de necesidad, lo cual tiene muy variados efectos.
Para los que trabajan han de atender su labor y hasta para buen número de ellos, les puede ser difícil la asistencia a la Santa Misa, que es la forma principal de ese ‘santificar las fiestas’.
Para otros, que no tienen ocupación laboral, atienden compromisos sociales u otras actividades olvidando la asistencia a la Santa Misa y, quizás, lo que es peor, es que se olvidan que es el día en que CELEBRAMOS el triunfo de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte por su Resurrección.
A las celebraciones de los aniversarios de todo tipo se le dan una importancia, que siempre llevan a tenerlos en cuenta y celebrarlos según corresponda, y siempre de la mejor forma, pero CELEBRAR LA RESURRECCIÓN DE CRISTO… Eso ya es otro tema.
En el espíritu cuaresmal, en la reflexión que debemos mantener, en la tensión por la búsqueda de la conversión de vida, hemos de plantearnos hoy cómo vivimos el Día del Señor, con la exigencia añadida de lo que contribuimos a que los demás también lo hagan correctamente o estorbamos a que lo hagan como deben.
Siempre, se puede y se debe mantener el espíritu y la consciencia de que el Domingo está dedicado al Señor, y, por ello, se esté en la situación que se esté, el corazón ha de elevarse a Dios para ofrecerle la Santificación de ese Día, viviendo la Alegría de Cristo Resucitado.
Nuestra sociedad ha ido robándonos muchas cosas que tenemos el deber, la obligación de ir recuperándolas, y la principal de todas ellas es esta de Celebrar y Vivir el Día del Señor, el recuerdo de la Resurrección del Señor Jesucristo, el Domingo.
Y este día es muy propicio también para la oración, que como cada día te pido que la hagas para alcanzar las gracias necesarias en favor de las necesidades de los Hermanos, que aquí nos encontramos en María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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