Reflexión 9 de Febrero

Buenos días.
La Sabiduría sabemos que es un Don del Espíritu Santo que hemos recibido, y que cada uno ha de cultivarlo para poder vivir con su luz.
Pero el hombre ha de ser consciente de que la Sabiduría le ayudará al buen gobierno propio, por lo que ha de ser sencillo ante ella y, por supuesto, no pretender suplantarla con la vanidad o el engreimiento.
El escritor y periodista francés Jean-Baptiste-Alphonse Karr escribió: “Saber lo que se sabe y saber que no se sabe lo que no se sabe: sabiduría”.
Bonita definición y afirmación de lo que contiene en sí la sabiduría y de lo que ha de ser la postura que la persona debe tener ante ella, pues cuando se tiene conciencia real de las propias limitaciones en el saber, como en el ser o en el actuar; cuando se conocen todas las posibilidades reales a las que uno puede hacer frente, no habrá nada ante sí que pueda doblegar la voluntad en el buen gobierno personal.
No podemos olvidar que una de las cosas más importantes y transcendentes en la vida, es saber tener un buen gobierno de sí mismo, pues es de la única forma de poder alcanzar la vida eterna en el Amor y la Luz de Dios, y en esta vida, ser ayuda buena y positiva siempre para los que caminen cerca de uno.
Hemos de trabajar continuamente en este Don de la Sabiduría para poder cumplir con el consejo evangélico: “Vosotros sois la SAL de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la LUZ del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. BRILLE ASÍ VUESTRA LUZ ANTE LOS HOMBRES, PARA QUE VEAN VUESTRAS BUENAS OBRAS Y DEN GLORIA A VUESTRO PADRE QUE ESTÁ EN LOS CIELOS (Mt 5, 13-16).
Acabo pidiéndote que no dejes de hacer tu oración con Fe y Esperanza, en beneficio de las necesidades de todos los Hermanos que hoy nos volvemos a encontrar aquí en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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