Reflexión 6 de Febrero

Buenos días.
Hoy Primer Sábado de Mes, dedicado de un modo especial al Inmaculado Corazón de María, en el que debemos intentar desagraviar y reparar las muchas injurias que recibe la Virgen Santísima en su Inmaculado Corazón.
No obstante quisiera comentar una cuestión que parece ser eje en nuestra FE Católica.
Me refiero a las Verdades de la Fe, que a veces no son tenidas muy en cuenta a la hora de desarrollar la propia vida en sus diferentes ámbitos: moral, familiar, social, etc.
En los tiempos actuales parece aceptarse con cierta facilidad el lenguaje dubitativo, por el que se pueden interpretar las cosas desde diferentes puntos de vista, y a la larga aceptar lo que mejor convenga.
En el orden de la FE las cosas son claras y algunas hasta tajantes, como el Señor Jesucristo lo demuestra de una forma solemne y manifiesta en todo el cuerpo del Sermón del Monte.
No hay nada más nocivo para la conciencia de una persona que moverse en la DUDA, pues aunque en un principio será algo que le hará sufrir, corre el riesgo de aceptar ese juego de que una misma cosa se puede aceptar según qué momentos, qué circunstancias o en qué situaciones personales.
Parece que en nuestra sociedad ‘todo’ termina valiendo, porque se va desterrando la OBJETIVIDAD y la CERTEZA de las cosas.
Lo estamos viendo en todo este año vivido en el que hay unos valores que debían estar pesando sobre toda la realidad social y, en cambio, se huye hacia adelante dejando atrás esas realidades para que las sufran los que les haya tocado y mientras: que llegue la vacuna que será la salvación.
¿Dónde está el respeto a los muertos?
En los católicos, ¿dónde queda la conciencia comunitaria de interceder por ellos?
¿Dónde está la preocupación por los moribundos?
Todo se deja a la suerte de los Capellanes de hospitales para que hagan lo que puedan, que no es poco y que se tienen noticias de un trabajo sacerdotal muy meritorio, pero, ¿los que viven la enfermedad y mueren fuera de los hospitales?
Mi llamada hoy es que, al amparo del Inmaculado Corazón de María, nos planteemos muy seriamente ser auténticamente coherentes con la Fe profesada; que ser miembro del Cuerpo Místico de Cristo, lo que es lo mismo, miembro de la Iglesia, exige conocer, vivir y enseñar las Verdades de la FE; huir y denunciar, en su caso, las cosas que no responden a esas certezas de la FE, pues, en definitiva, el primer perjudicado es quien acepta el lenguaje confuso que admite diferentes interpretaciones y contribuye a extenderlo.
Os invito a que releáis los capítulos 5, 6 y 7 del evangelio de san Mateo y saquéis vuestras propias conclusiones.
Y hoy no dejéis de pedir, con Fe y Esperanza, al Inmaculado Corazón de María, para que interceda en favor de todas las necesidades, materiales y espirituales, de los Hermanos que aquí nos encontramos cada día en torno a Ella. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
www.materchristi.es