Reflexión 26 de Febrero

Buenos días
Siguiendo la pretensión de dedicar los viernes al encuentro con el Señor Jesús en su Pasión y Muerte, y particularmente durante este Tiempo de Cuaresma, quisiera, no obstante, considerar hoy los diferentes aspectos de la ley penitencial de la Iglesia Católica, tal como lo refleja en el Código de Derecho Canónico.
Fijémonos en la abstinencia de comer carne todos los viernes del año, pero de una forma más categórica los viernes de Cuaresma, así como el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, pues el resto de los viernes del año esta práctica penitencial puede cambiarse por algún acto de caridad, de limosna u obra buena que se pueda ofrecer con el mismo espíritu de penitencia.
En el proceso de relativización que vivimos se han ido desvirtuando el sentido de las cosas religiosas conforme al hombre le parecía, unas veces molestas, otras sin demasiado sentido, y siempre, rompiendo con aquello que podía serle inoportuno por cualquier razón.
Y esto es lo que ha pasado con la abstinencia de comer carne cada viernes, particularmente los viernes de cuaresma, cuando lo que la Iglesia ofrece a sus miembros con ello, es simplemente un medio que les lleve a alejarse del pecado y, por el arrepentimiento, volverse a Dios.
Esta forma de penitencia, que la Iglesia la ha hecho precepto, es para asegurar que los católicos hagan algo, como lo requiere la ley divina, y a la vez hacerles más fácil cumplir el consejo evangélico de ‘entrar por la puerta estrecha’ y ‘seguir el camino angosto que le conduce a la salvación’, porque 'ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos’ (Mt 7,13-14; Lc 13,24).
Reza por Amor a Dios, también hoy, por todas las necesidades e intenciones de los Hermanos que, como digo cada día, nos encontramos aquí en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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