Reflexión 2 de Febrero

Buenos días en la Fiesta de la PESENTACIÓN DE JESÚS EN EL TEMPLO.
Una Fiesta muy bella que siempre se ha celebrado con una importante participación del Pueblo de Dios, con ritos muy significativos como la bendición de las candelas y la procesión correspondiente.
Pero en el texto evangélico (Lc 2,21-40), que describe lo que aconteció en el Templo cuando María y José fueron a presentar a su Hijo primogénito, para cumplir con la Ley del Señor, nos muestra una vez más el designio divino de ir poniendo las cosas en claro paso a paso, y si se mira sin ningún tipo de sentimentalismo ni acaramelamiento, se puede ver algo tan serio como que Dios siempre enseña los caminos que Él quiere que se recorran. Dicho coloquialmente, Dios siempre pone las cartas boca arriba.
En el Templo, Dios a través del anciano Simeón deja testimonio claro y definitivo de que aquel Niño era el Mesías: “Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor”.
Y así fue, “Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel”.
Pero también, según el texto evangélico, deja igualmente de manifiesto diciéndole a María, su madre: “Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción, y a ti misma una espada te traspasará el alma, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones”.
Es lógico que como en la Navidad, todo lo que está en torno al Niño Jesús nos llene de cariño hacia Él, pero en una FE adulta se ha de saber tomar el texto entero y poner cada cosa en su sitio, pues más allá de toda la ternura que se suscita están los hechos que nos están hablando de lo que es y será la vida de Jesús, Salvador y Redentor de los hombres, y en su proyección, la vida de su Iglesia y de cada uno de los que la formamos, que hemos de seguir las huellas del Maestro.
Como dice el dicho popular, “que el árbol NO tape el bosque”, lo que quiere decir que la imagen tierna y bonita de Jesús en el Templo, nos haga perder todo el contenido de lo que allí ocurrió con Simeón y la viuda Ana, así como su sentido trascendental.
Así y todo, obsequiemos hoy a la Sagrada Familia con algún Acto de Amor que le podamos ofrecer.
También la oración que cada día te pido, para que Ellos vengan en auxilio de todas las necesidades de los Hermanos, que aquí nos encontramos. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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