Reflexión 16 de Febrero

Buenos días.
La séptima petición del Padrenuestro es más importante de lo que a simple vista puede parecer.
LIBRANOS DEL MAL decimos a Dios nuestro Padre, finalizando así la oración suprema que nos enseñó el Señor Jesucristo para dirigirnos a Dios su Padre.
Esta petición ‘líbranos del mal’, tiene un sentido amplio que bien se puede interpretar como que se sea librado de la enfermedad, de cualquier dolencia, desgracia o incluso de cualquier calamidad; lo que es absolutamente cierto.
Ahora bien, no sólo nos estaremos refiriendo a las cuestiones de orden físico o material, todo lo que tiene una relación directa con la vida humana, también, y aquí encontramos algo muy importante, lo que tiene relación con la dimensión espiritual de la persona.
El hombre, mientras peregrina por este mundo hacia su destino de eternidad, está sometido al 'combate espiritual', más allá de lo que él quiera o pueda entender, ver o sentir.
En el combate espiritual la persona está sometida a toda estrategia que el demonio, padre la mentira y agente del mal, pueda desarrollar para llevar a la persona a vivir en el error, cuando menos, o en el desorden y en el pecado en toda la intensidad a la que pueda seducirle e involucrarle, con el único objetivo de que termine siendo discípulo suyo.
Lógicamente, por otra parte está la vida de la Gracia, el Amor de Dios y todos los medios que pone a disposición del hombre parta que pueda contrarrestar todos los ataques del maligno: el Ángel de la Guarda, que no se suele saber bien todo en lo que puede ayudar, así como los sacramentos, oraciones, penitencias, etc., etc..
Resumiendo, cuando uno dice ‘LIBRANOS DEL MAL’ está pidiendo al Buen Padre Dios que le libre de las asechanzas del demonio y de todo aquello que perturba la vida por ser maldad, negatividad o cualquier manifestación del mal.
Como con las otras seis peticiones del Padrenuestro, se ha de profundizar en ella, teniendo conciencia lo más ampliamente posible del alcance de esta petición.
Y además, cuando se rece cada una ser consciente del alcance que tiene, incluso cuando se tiene una necesidad concreta se puede hacer la petición en concreto que se trate. Por ejemplo, cuando se esté muy tentado dígase con insistencia esta petición: ‘Líbrame, Padre Santo, del mal’.
En la alegría que produce darse cuenta de que el Señor Jesucristo nos enseñó el camino de llegar al Padre, hoy te pido reces con Fe y Esperanza a nuestro Dios y Señor, Padre Todopoderoso, por todas las necesidades, espirituales y materiales, de los Hermanos que nos reunimos aquí en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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