Reflexión 17 de Febrero

Buenos días
Alguna vez he hecho mención, de forma pasajera por necesidad del guión del tema que se trataba, de un gran defecto que hoy propongo ver directamente.
Me estoy refiriendo a la HIPOCRESÍA, a esa GRAN MENTIRA que no pocas personas la practican con descaro.
Es cierto que esta actitud hipócrita de las personas, se manifiesta en una gran variedad de formas y maneras.
Desde la persona que vive la HIPOCRESÍA alguna vez por razones concretas y para cuestiones o momentos muy definidos, hasta quien todo su vivir, decir y actuar es una HIPOCRESÍA de la mañana a la noche.
La HIPOCRESÍA es un mal grave para la persona que tiene esta condición, pues además de engañar con su fingimiento de cualidades, de sentimientos, de servicios que pretende que los otros se crean que se los va hacer, y de todo lo que se pueda imaginar, resulta todo ello MENTIRA porque es contrario por completo a lo que es la realidad de su personalidad y de su persona.
Moralmente es un pecado que puede tener muchas ramificaciones y que nunca puede tener justificación, pues, como dijimos más arriba, es una gran mentira, y faltar a la VERDAD nunca puede ser admisible.
Creo que además de evitar en la propia vida todo atisbo de HIPOCRESÍA, y si lo hubiera, tener el convencimiento de que nunca será justificable, se debe tener el compromiso, nada fácil, de trabajar con los otros para ayudar a erradicar esta lacra que es la HIPOCRESÍA.
No creo necesario ahondar más en esta dura cuestión que tanto daño hace en la convivencia humana, pero valga para un serio examen que ayude a marcar una acción activa en busca del mal y eliminarlo.
Mucha Luz y Gracia del Espíritu Santo se necesita para encarar este tema.
Y ya, como cada día, te pido que reces con Fe e ilusión de que vas a ser escuchado, a María, nuestra Madre y nuestra Guía, en favor de las necesidades de los Hermanos. AMÉN.
Emilio Castrillón
MATER CHRISTI
Madrid – España
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