Reflexión 15 de Febrero

Buenos días 
Creo que todas las personas conocen en su vida personal, el aburrimiento.
Alguna vez se ha podido experimentar esta situación de cansancio de ánimo, por el que no se encuentra ni estímulo para hacer algo, ni cosa que distraiga.
Que esta situación se haya presentado alguna vez de forma esporádica o circunstancial no tiene repercusión alguna, otra cosa seria que este estado de aburrimiento fuera algo frecuente en la vida, lo que ya sí que constituiría un problema, a veces nada fácil de corregir.
Pero, ¿qué es realmente el aburrimiento?
Cuando es persistente viene a manifestarse como una enfermedad, que puede hacer sufrir mucho a quien la sufre y a los que están a su alrededor.
Los que conviven con la persona que sufre este mal, poco pueden hacer si el interesado no está dispuesto a colaborar, dejándose ayudar, siendo dócil y obediente a la ayuda que se le presta.
No pocas veces se buscan, como evasiva al sufrimiento que causa el aburrimiento, placeres de diferente tipo, pretendiendo como esconderse detrás ellos, pero esa no es la solución bajo ningún aspecto, pues además de procurar algo que es tan transitorio como efímero, no da fortaleza ni consistencia a la persona, al contrario, la debilita más hasta llegar al tedio más absoluto.
Lo que sí puede ser determinante para corregir el aburrimiento, es asumir el trabajo como algo realmente constructivo.
El trabajo acogido responsablemente dignifica a la persona y la engrandece, pues es a través del trabajo como la persona cumple su principal misión de colaborar a construir un mundo nuevo en los valores cristianos del Evangelio.
Estas cuestiones tan inherentes a la persona, se necesita tenerlas muy presentes por cualquier eventualidad: porque se ha padecido, porque se padece o porque se puede llegar a padecer; como quiera que sea no se puede ser ignorante de su realidad y de su alcance en el desenvolvimiento de la vida personal.
Dios Padre nos creó para VIVIR según el ORDEN que Él estableció en la Creación, y que el pecado intentó e intenta desbaratarlo cada día y en cada persona, consiguiéndolo más de lo que debiera, pero eso ya depende del ejercicio del libre albedrio de cada uno.
Por ello, bien merece la pena emplearse para ser como el Señor quiere y que su Hijo Jesucristo expresó tan bien en el evangelio: “Sed perfectos como el Padre Celestial es perfecto” (Mt 5,48).
Te pido que hoy, sábado, día dedicado a la Santísima Virgen, reces, al menos, tres avemarías, encomendándola todas las necesidades de los Hermanos, que como cada día nos reunimos en torno a Ella. AMÉN.
Emilio Castrillón
MATER CHRISTI
Madrid – España
www.materchristi.es