Reflexión 18 de Noviembre

Buenos días 
La CODICIA no es buena compañía para las personas, porque las arrastra a unos deseos de ambición malos en principio, para dar el salto luego a lo que es la práctica de lo que se convertirá en un PECADO que puede llegar a ser grave o muy grave, para derivar también en un VICIO.
La CODICIA lleva a la persona a una gran ceguera que no la dejará ni ver, y menos querer saber del ORDEN y de lo que Dios quiere que sea esencial para su vida.
La CODICIA marca la vida de quien se deja arrastrar por ella, tanto en el desorden de lo sensual, como en el afán excesivo y vehemente por las riquezas o por cualquier otra cosa material que pueda poseer.
Una persona codiciosa terminará viviendo y mostrando a los demás una verdadera POBREZA moral, de la que será muy difícil sustraerse si no es por una fuerte llamada a la CONVERSIÓN que no sería fácil lograr, aunque no imposible por la Gracia de Dios, que es más que suficiente cuando la persona acepta la llamada de Dios para volverse a Él.
Es muy necesario, por tanto, estar muy vigilante a los propios deseos y ambiciones para no sucumbir a la CODICIA, pues se comienza deseando lo que en realidad no se necesita tal cual se quiere, para terminar haciendo lo que no se debe para conseguirlo.
Y el problema es 'abrir el melón', porque después ¿quién lo para?
Miremos al Padre Dios y supliquemos la Luz del Espíritu Santo para que, iluminada la propia conciencia, se ataje todo brote de CODICIA que se pueda dar o estar dando en la propia vida.
Como cada día te pido reces a María, nuestra Madre y nuestra Guía, por todas las necesidades de los Hermanos. AMÉN.
Emilio Castrillón 
MATER CHRISTI 
Madrid - España
www.materchristi.es