Reflexión 1 de Agosto

Buenos días en el Día del Señor.
También hoy el Santoral nos trae la Memoria de San Alfonso María de Ligorio, Obispo y Doctor de la Iglesia.
Sobresalió por una gran sabiduría, pues a los 16 años, caso excepcional, obtiene el grado de doctor en ambos derechos, civil y canónico, con notas sobresalientes en todos sus estudios.
Para conservar la pureza de su alma escogió un director espiritual, visitaba frecuentemente a Jesús Sacramentado, rezaba con gran devoción a la Virgen y huía de todos los que tuvieran malas conversaciones.
Su padre, que deseaba hacer de él un brillante político, lo hizo estudiar varios idiomas modernos, aprender música, artes y detalles de la vida caballeresca.
Como abogado, el santo obtenía importantes triunfos; sin embargo, no lo dejaba satisfecho ante el gran peligro que en el mundo existía de ofender a Dios.
Por revelación divina, San Alfonso abandona todo y decide convertirse en apóstol incansable del Señor Jesús.
La tarea no fue fácil porque tuvo que hacer frente, con gran lucha espiritual, a su padre y familia, a sus amigos y así mismo.
Al fin, a los 30 años de edad logra ser ordenado sacerdote, y desde entonces se dedicó a trabajar con las gentes de los barrios más pobres de Nápoles y de otras ciudades.
El 9 de noviembre de 1752 fundó, junto con otros sacerdotes, la Congregación del Santísimo Redentor (Padres Redentoristas), y siguiendo el ejemplo de Jesús se dedicaron a recorrer ciudades, pueblos y campos predicando el evangelio.
San Alfonso fue un escritor muy prolífico, pues al morir su obra la formaba 111 libros y opúsculos impresos y dos mil manuscritos. Durante su vida vio 402 ediciones de sus obras.
En su gran obra misionera, encontramos una bonita enseñanza: “Ante Dios, los ruegos de los santos son ruegos de amigos, pero los ruegos de María son ruegos de Madre”, por lo tanto bien mostraba lo que para él representaba la Santísima Virgen María. Uno de sus libros más populares es “Las Glorias de María”.
Merece la pena acercarse a San Alfonso María de Ligorio, para aprender tanto como puede enseñarnos, aparte de pedir su poderosa intercesión por tantas necesidades que tiene nuestro mundo en el orden de la moral, de la que él fue el gran maestro de esta materia.
Reza, hoy, al Señor Jesucristo Resucitado, con gran Fe y Esperanza, por todas las necesidades espirituales y materiales de los Hermanos, que aquí nos reunimos cada día en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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