Reflexión 22 de Agosto

Buenos días en el Día del Señor.
La Liturgia del Domingo desplaza la Fiesta de María Reina, que se celebra en la Octava de la Solemnidad de la Asunción de Nuestra Señora, el pasado día 15 de agosto.
Sabemos que la Coronación de Nuestra Señora como Reina y Madre de todo lo creado, tal como enunciamos el 5º Misterio de los Gloriosos del Santo Rosario, se produjo en el momento de su llegada al Cielo y una vez fue sentada en el trono al lado de su Hijo Jesucristo, pero el celebrar en la Octava esta Memoria es dar más esplendor a lo que es la Santísima Virgen María en la economía de la Salvación.
Ella es la Medianera de todas las Gracias e intercede ante la Santísima Trinidad por todos nosotros, que le fuimos dados como hijos al pie de la Cruz, así como por toda la humanidad, como nos lo ha hecho ver y sentir a lo largo de la Historia de la Iglesia.
Ya hemos comentado en alguna otra ocasión lo importante que es que las personas se den cuenta de lo que supone la Virgen Santa María para sus vidas, la importancia de que sea Reina de la propia alma, del propio corazón, cosa que no puede ser si libre y voluntariamente la persona no la toma como tal.
Se puede argumentar que si Dios la ha coronado como Madre y Reina de todo lo creado, también lo será de uno mismo, pero en este caso olvidamos que las personas han recibido el don de la libertad, que les permite, diría yo, les exige, gobernar su vida en la dirección que ella quieran, por lo que, en el ejercicio de tal libertad, cada uno acepta y asume a la Virgen como Reina de su alma o María Santísima nada podrá hacer por más que sus entrañas maternas lo deseen, su corazón de Madre esté en vela esperando que los hijos que están lejos, por su propia voluntad, vuelvan a Ella para que les ayude a volver a su Hijo Jesucristo, esto es, a la Casa del Padre.
Esta realidad en la que se mueven muchas personas, que por las más variadas razones, se han alejado de Dios, e incluso viven de espaldas a Él, ha llevado a que la Virgen María haya hecho llamadas muy fuertes a la humanidad y más particularmente a sus hijos que queramos escucharla.
En Fátima y, en estos últimos 40 años, en Medjugorje, su llamada constante a rezar por la conversión de los pecadores, ha sido y es insistente.
Reflexiona, piensa y contesta en lo más íntimo del corazón: María, ¿es la Reina de mi corazón, de mi vida? ¿La has hecho tu alguna vez Reina de tu corazón? 
Si lo hiciste, ¿la dejas que te ayude a ser fiel discípulo de su Hijo?
Si no lo hiciste, hoy es un buen momento para que lo puedas hacer.
¿No sabes cómo? He aquí una sencilla consagración que nos legó San Luis María Grignion de Montfort: “Soy todo tuyo, Reina mía, Madre mía, y cuanto tengo tuyo es”.
Feliz día de la Fiesta de Santa María Reina.
Y a Ella te suplico reces hoy por todas las necesidades espirituales y materiales de cada uno de los Hermanos, que aquí nos volvemos a encontrar en torno suyo. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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