Reflexión 28 de Marzo

Buenos días
Cada día esperamos y vemos con estupor, los datos de la epidemia en España, tanto de infectados como fallecidos.
Los vemos crecer sin freno, en medio de lo mucho que cada cual tiene que ir superando en su vida personal, familiar, laboral, etc.
Pero también van surgiendo entre los afectados y fallecidos, personas que son familiares directos, allegados o simplemente conocidos.
Cuando se producen casos que afectan más directamente, el estupor que más arriba indico se cambia en aflicción y en dolor.
La mayoría de vosotros, particularmente los que recibís esta Meditación por el chat 'Madre y Guía', supisteis al mediodía de ayer del fallecimiento de la madre de la Hna. Mercedes González, Consagrada de MATER CHRISTI, porque ella misma os pedía que rezarais por el alma de Antonia Fernández, que se llamaba su madre.
Este hecho nos trajo el sufrir, en primera persona, el zarpazo mortal del CORONAVIRUS.
Además de reiteraros la petición de vuestra oración por el eterno descanso de su alma, permitirme una reflexión rápida.
Esta pandemia nos está poniendo a cada uno en su sitio; por supuesto en el orden de los valores cristianos y los comportamientos de cada cual en relación a posibles 'excesos o defectos' que traía en su vida.
Pero también nos está enfrentando a la gran VERDAD PERSONAL, cual es el tránsito que todos hemos de recorrer.
Todos sabíamos, sabemos, que la permanencia en este mundo, para nada es indefinida, pero ver ahora como crece, descontroladamentecada día el número de fallecidos, es ya difícil de asumir; pero cuando llega el fallecimiento de un familiar directo y lo único que te comunican es "que ha muerto", y a partir de aquí, ni verás ni velarás el cadáver, no sabes ni a dónde ni cuándo van a llevarlo, y sólo que te avisarán para recoger las cenizas en el caso de la incineración.
Todo esto te lo cuento porque dentro de la Jornada Cuaresmal, en el camino de la CONVERSIÓN personal, no se puede obviar el momento del tránsito de esta vida a la eterna.
Alguna vez, hace ya tiempo, hablé de la importancia de AMAR la propia muerte, como una realidad que habrá que afrontar cuando llegue.
El SECRETO de una auténtica vida cristiana, es poder llegar a vivir libre de toda atadura que pretenda anclarnos en el presente caminar, como si no hubiera ya otras realidades vitales que atender y, por ende, a las que prepararse cuando lleguen, como es la enfermedad, y, sin duda, la MUERTE.
No desaprovechemos este desgraciado tiempo de la pandemia, para que se nos torne en TIEMPO DE GRACIA, tanto en el orden comunitario como individual.
Que el Santo Rosario siga siendo nuestro medio favorito de oración a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón
MATER CHRISTI
Madrid – España
www.materchristi.es