Reflexión 25 de Agosto

Buenos días.
Resulta llamativo comprobar cómo vemos y juzgamos las actitudes y comportamiento de los demás con una claridad evidente, sin darnos cuenta que si eso es así y lo podemos hacer es porque conocemos bien de qué se trata.
El escritor francés del siglo XIX Charles Augustin Sainte-Beuve, dijo: “Casi nunca juzgamos a los demás, sino que juzgamos nuestras propias facultades en los otros”.
Lo que es curioso es ver que se diagnosrica con total acierto que tal persona es orgullosa, por ejemplo, sin reparar que el orgullo lo conoce bien, en su propia carne y sangre, el que lo señala en el prójimo.
Será conveniente o incluso necesario, señalar a la persona su defecto o deficiencia, pero al hacerlo hay que reparar en la realidad propia, pues si efectivamente se diera tal situación en uno mismo, conviene, primero, que se reconozca y, segundo, que se intente corregir, más allá de ayudar a la otra persona a superar su propia deficiencia o defecto con la corrección fraterna.
Es un buen ejercicio, que te invito a hacer, que cuando veas en el prójimo una situación, actitud o comportamiento que tú identificas perfectamente, pienses si de una u otra forma en ti se da esa misma virtud, defecto, actitud…
Lógicamente es de igual forma identificable las facultades positivas que se comprueban en los otros y que son reconocibles en sí mismo.
Por ello, se comprende bien lo que dice Charles Augustin Sainte-Beuve.
El Señor Jesús, presente en el Santísimo Sacramento, escucha hoy la oración que te pido en favor de las necesidades de los Hermanos, que volvemos a encontrarnos en María nuestra Madre y nuestra Guía.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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