Reflexión 17 de Agosto

Buenos días.
Se podría afirmar que todas las personas conocen lo que es el egoísmo; de una u otra forma, conocen los sentimientos de querer primero satisfacer los propios deseos, en el orden que fueran, antes de procurárselos a los demás que pueden estar en una necesidad igual o mayor.
En estas situaciones se ve que la generosidad no está siendo ni grande ni pequeña en la persona, simplemente no está siendo, pues se puede estar negando alguna cosa que se puede dar y que no impide tenerla para sí al mismo tiempo.
Una vela puede encender muchas velas, las que se quieran imaginar, sin que su recorrido en el tiempo disminuya, sin que su vida se acorte.
De igual forma la persona no va a ver disminuidas sus posibilidades de felicidad, por ejemplo, si la comparte con generosidad y alegría.
El egoísmo lleva a la persona a la ceguera del corazón, no deja ver las posibilidades que puede tener si sale de sí misma para darse a los otros. Esta ceguera, que tendrá diferentes niveles o intensidad, le empujará a otros defectos que incluso los creerá justificados, como por ejemplo el desarrollo de actitudes envidiosas, de avaricia o de soberbia.
Vivir pensando en uno mismo, haciendo girar todo en torno a la propia persona, es un craso error, pues no fuimos creados para vivir aislados sino para vivir ‘codo con codo’, que exige ayudarse a caminar compartiendo lo que se tenga y el otro pueda necesitar.
Una reflexión sobre el grado de egoísmo que tiene el propio corazón, será una buena cosa para emplear el tiempo de oración del día de hoy.
Recordando que hoy es miércoles, dedicado a San José, rézale pidiendo que venga en ayuda de todas las necesidades de los Hermanos, que aquí volvemos a encontrarnos en María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
www.materchristi.es