Reflexión 18 de Junio

Buenos días
Lamentarse después de cometido el error, poco satisface si es patente que se había podido hacer algo por evitarlo.
Es verdad que cuando la persona sucumbe en la tentación y comete pecado, siempre estará invitado por Dios Misericordioso al reconocimiento de la culpa y, mediante el arrepentimiento y la confesión, será perdonado sea cual sea el pecado y su gravedad.
Pero lo que parece realmente cierto es que no se suele seguir el Consejo Evangélico: "Velad y Orad para no caer en la tentación, pues el espíritu está pronto, pero la carne es débil" (Mt 26,41), con lo que se evitaría la caída al no exponerse al peligro.
La tentación se asegura el éxito cuando la persona no vigila, y por consecuencia no evita el peligro.
Algunas personas pretenden evitar la caída, el error moral, el pecado en definitiva, flirteando con la tentación; lo que podríamos decir de otra manera, aceptando la tentación porque "yo sabré retirarme a tiempo", se dicen.
¡Qué ignorancia Dios mío!
Decía el escritor del Siglo de Oro español, Francisco de Quevedo: "Lo más seguro es no ponerse en peligro".
Finalmente y como cada día, os pido que oremos por todas las necesidades de los Hermanos de la Casa de la Madre y Guía, en las que están incluidas las tuyas y las mías. AMÉN.
Emilio Castrillón 
MATER CHRISTI 
MADRID - ESPAÑA