Reflexión 26 de Julio

Buenos días.
Decía San Agustín que: “Quien no ha tenido tribulaciones que soportar, es que no ha comenzado a ser cristiano de verdad”, lo cual ha de tenerse muy en cuenta porque parece que si no las había ya, que las había, en el horizonte se prevén con demasiada claridad.
Por ello, habrá que poner todos los cuidados precisos para afrontar lo que el tiempo nos traiga, más pronto que tarde.
Se ha llegado hasta aquí con unos deterioros morales, sociales y religiosos que parecen ser ignorados por gran parte de nuestra sociedad, pero que ignorados o no, sus efectos se hacen notar, aunque aún parezca que pasan desapercibidos, pero cuando la sociedad se vea mayoritariamente afectada en las personas y se quiera reaccionar, puede que sea ya tarde; y eso que nos lo están advirtiendo cada día muchos que ya lo han vivido en sus países.
Cuando se pretende que la naturaleza vaya contra las leyes de Dios, luchando incluso por excluirle de la vida en todas sus facetas, las cosas comienzan a no tener retorno.
De aquí que conviene no ‘ausentarse’ de la realidad, aunque ésta nos infunda tribulación, desasosiego o sufrimiento sin más, para, viviendo en la plenitud de la vida cristiana, sepamos estar a la altura de dar testimonio de Cristo y de su Evangelio, pues se necesitan cristianos con raíces profundas en los Misterios de la Fe, de la oración y de las virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad.
Que San Joaquín y Santa Ana, padres de la Santísima Virgen María, que supieron educarla y prepararla para ser una buena mujer judía, abierta a ser la elegida por Dios Padre para ser la Madre del Mesías, nos alcancen para cada uno de nosotros las Gracias necesarias para ser los cristianos que nuestro tiempo necesita, a pesar de todas las tribulaciones por las que haya que pasar. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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