Reflexión 21 de Julio

Buenos días.
Celebramos la Memoria de San Lorenzo de Brindis, fraile capuchino que nació en Italia en 1559, siendo proclamado por el Papa San Juan XXIII Doctor de la Iglesia.
Desde pequeño destacó en los estudios, de adolescente tocó las puertas de los franciscanos capuchinos donde fue recibido. Giulio, que era su nombre de pila, se sentía llamado a ser santo siguiendo el ejemplo de San Francisco de Asís.
Al ingresar a la vida religiosa tuvo un diálogo con su prior. Este quiso advertirle sobre la dureza y austeridad de la vida franciscana:
"Padre, ¿en mi celda habrá un crucifijo?", preguntó el joven Lorenzo. "Sí, lo habrá", respondió el superior. "Pues eso me basta. Al mirar a Cristo Crucificado tendré fuerzas para sufrir, por amor a Él, cualquier padecimiento".
Como diácono empezó a predicar con insistencia en diversos lugares. El don que Dios le concedió para la predicación produjo muchas conversiones. Después, ya de sacerdote, el Papa Clemente VIII le encomendó un ministerio muy especial: predicar a los judíos e intentar ganarlos para Cristo, pues Lorenzo conocía muy bien la lengua hebrea, el arameo y el caldeo.
Vamos a quedarnos en lo que le dijera a su Superior citado más arriba: Su gran amor a Cristo Crucificado, que desarrollaría a lo largo de toda su vida.
La Sabiduría de la Cruz es la gran asignatura que tenemos que aprender y renovar día a día, pues en su Misterio de Amor y de Misericordia está la referencia más cierta y segura para hacer la no fácil jornada terrenal.
San Pablo dirá a los Corintios: “Pues el mensaje de la cruz es necedad para los que se pierden; pero para los que se salvan, para nosotros, es fuerza de Dios… Pues los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados, judíos o griegos, un Cristo que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios”. (1 Cor 1,18-24)”
Seamos también testigos del Crucificado y, siguiendo el ejemplo de San Lorenzo de Brindis, amemos los caminos que solo a la sombra de la Cruz se pueden recorrer con serenidad y dignidad.
A San Lorenzo le pedimos su intercesión para que la Gracia del Altísimo no nos falte en los momentos presentes que estamos viviendo y para cuantos nos encontramos aquí en María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN. 
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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