Reflexión 14 de Julio

Buenos días.
Ya el día 1 de julio hablé de este mes dedicado a la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, que fue derramada en la Cruz para la Redención de todos los hombres.
Mediado ya este mes de julio os recuerdo la conveniencia, la necesidad de volver la mirada al Señor Jesucristo, contemplando toda esa sangre derramada por cada uno de todos los hombres, considerándolo en primera persona del singular.
Sangre derramada que comenzaba en el Huerto de los Olivos cuando sudó sangre: “En medio de su angustia, oraba con más intensidad. Y le entró un sudor que caía hasta el suelo como si fueran gotas espesas de sangre” (Lc 22,44), y que continuaría ya el derramamiento abundante en los azotes recibidos atado a la columna: “Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran” (Mt 27,26), en la coronación de espinas: “…y trenzando una corona de espinas se la ciñeron a la cabeza” (Mt 27,29), hasta la Crucifixión.
Mira si no tenemos momentos para contemplar y adorar la Santísima Sangre de Jesús, suplicándole al Señor su Gracia y Amor para estos tiempos que corremos, tan duros y en muchos casos tan fuera de razón.
Con toda nuestra pobreza y humildad, ofrezcamos al Padre Eterno la Preciosísima Sangre del Señor Jesús en expiación y reparación de tantos
 pecados que van poco a poco arruinando nuestra sociedad.
Recuerda que el propio Señor Jesús enseñaría a Santa Faustina a rezar así: “Padre Eterno, te ofrecemos el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad, de tu amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, en remisión y expiación de todos nuestros pecados y de los del mundo entero".
Escucha, reza, por favor, al Señor Jesús Crucificado, en favor de las necesidades de los Hermanos que aquí nos encontramos cada día, en su Madre Amantísima. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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