Reflexión 13 de Julio

Buenos días.
Reanudo mi encuentro diario con todos vosotros, que tenéis la delicadeza de participar de esta comunidad de oración y reflexión.
No es que sea bueno y positivo, sino que se muestra como una necesidad el encuentro personal consigo mismo, ya que el ritmo cotidiano que se sigue, en el día a día, hace que se vayan perdiendo detalles de sensibilidad y otras actitudes, que hacen de la persona paulatinamente algo muy distinto a lo que en realidad es y quiere ser.
Y esto es muy difícil si no ese hace SILENCIO.
Lo pongo con mayúsculas porque no basta con retirarse del ambiente ordinario, lo que podemos llamar ‘desconectar’, sino que es necesario además el silencio interior, de forma que haya una actitud sincera y noble de encontrar la ‘verdad’ que está habiendo en la vida personal.
Es más fácil de lo que se piensa, asumir errores, que viniendo de donde vengan, llevan a actitudes equivocadas y comportamientos que, cuando uno se da verdadera cuenta, queda desagradablemente impactado porque nunca hubiera aceptado esas situaciones.
Según la moral que envuelve a cualquier cristiano, en razón de la santa Ley de Dios y la conciencia que Dios imprimió en el alma, en el momento de ser creada, la persona no sería capaz de aceptar conscientemente muchas de las cosas que encuentra, que se fueron deslizándose en palabras, pensamientos o comportamientos, arrastrado por las seducciones del mundo y las manipulaciones que se sufren desde tantos ámbitos de la sociedad.
Podríamos resumir lo dicho en una frase: Es necesario un encuentro consigo mismo, porque se puede estar viviendo equivocado. Esto podría resultar muy grave para las responsabilidades que se tienen ante Dios y ante la vida.
He reflexionado estos días sobre la frase final de estas meditaciones, en la que con toda sencillez pido la oración de unos para los otros, pero no sé si esto interesa, porque si no se hace, no se lee ni tan siquiera, cuántas gracias estamos perdiendo, pues no está el que yo no rece por los demás, sino que la oración de los otros, si tampoco se hace, va en mi propio perjuicio.
En fin, en este día jueves imploro al Señor Jesús Sacramentado, por todas las necesidades e intenciones de cada uno de los Hermanos que volvemos a encontrarnos en María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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