Reflexión 26 de Agosto

Buenos días
Cuando se van recorriendo los caminos de la vida, realizando los trabajos de cada día, encontrándose con las personas con las que se convive, y también con el resto con las que se deben relacionar por razones diversas, siempre se encuentra, una o varias veces, la encrucijada de tener que optar por una actitud u otra.
La mejor siempre será la HUMILDAD, pues con ella quedan siempre todas las puertas abiertas, en cambio con otras actitudes: soberbia, orgullo, engreimiento, lo menos que puede pasar es que se cierren puertas, por las que más tarde se necesitará entrar.
Si las personas se dieran cuenta de que lo realmente saben es muchísimo menos que lo que ignoran, nacería en ellas la HUMILDAD como un fruto espontaneo y no tendrían inconveniente VIVIR según los caminos sencillos por los que transita esta virtud.
En nuestro tiempo se nos ofrecen herramientas múltiples para alcanzar el conocimiento de casi todo y de una forma rápida e inmediata, como si dijéramos, pero se ha de ser mínimamente sensato para darse cuenta que aun así, aun teniendo al alcance de la mano el conocimiento de ‘casi todo’, no se tiene la capacidad para ni conocerlo todo, ni saberlo todo, ni tampoco abarcarlo todo.
Respuesta que al hombre moderno le cuesta entender y aceptar: la HUMILDAD.
Las personas no se deben cansar en considerar su vida: pensamientos, sentimientos, palabras, actos…, todas las facetas, para que estén animadas por esa gran virtud de la HUMILDAD.
Es cierto que a veces es costosa mantenerla, pero con la Gracia de Dios es posible; pero además se puede hacer una sencilla reflexión, cuando una persona se encuentra necesitada realmente de algo, ¿cómo acude a donde se le puedan dar, sino es con una actitud de sencillez, de pobreza y de HUMILDAD?
Porque de lo contrario, lo hará con SOBERVIA y aquella puerta no se abrirá.
Merece la pena que hacer el propósito de vivir en adelante bajo esta divisa de la gran virtud de la HUMILDAD.
Si así se hace la gracia de Dios no faltará, porque se acudirá en su busca tantas veces cuantas sean necesarias, sin olvidar que en esta ocupación siempre se tendrá también un gran aliado al que acudir: el propio Ángel de la Guarda que pacientemente espera las indicaciones para ayudar puntualmente, aparte de lo que hace por la persona sin que ella se dé cuenta.
María, nuestra Madre y nuestra Guía, modelo de HUMILDAD, venga en nuestra ayuda, porque HOY a Ella la pedimos con Fe y Esperanza por todas las necesidades e intenciones de los Hermanos que aquí nos reunimos. AMÉN.
Emilio Castrillón
MATER CHRISTI
Madrid – España
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