Reflexión 20 de Agosto

Buenos días. 
Sería lógico que te hubieras dado cuenta que hay muchos sonidos, ruidos, a tu alrededor, que percibiéndolos perfectamente no los escuchas.
Esta realidad supone que ESCUCHAR, ESCUCHAR, escuchas únicamente lo que te parece interesante, lo que te conviene en cada momento o lo que se te impone por la razón que fuera.
Y si es así, ciertamente es algo muy negativo para tu vida, ya que la persona necesita ESCUCHAR, más allá de lo que los intereses del tipo que sean le sugieren.
La persona necesita abrirse a ESCUCHAR, para encontrarse con lo que realmente NECESITA saber y poder gobernar su vida con la responsabilidad que tiene sobre ella.
Cuando se trata de ESCUCHAR fuera del mundo que le circunda, la persona ha de hacer SILENCIO, recogerse en sí misma y ABRIRSE a su interior.
En esta práctica, que desde el punto de vista espiritual se llama oración, o también meditación, se han de tener en cuenta tres aspectos que emanarían del SILENCIO INTERIOR, de la ESCUCHA: sería su procedencia, pues no es lo mismo escuchar al Espíritu Santo que a los secuaces del infierno o, también, a uno mismo con las propias pretensiones más o menos turbias.
De aquí se deduce claramente que hay que saber DISCERNIR bien, esto es, saber distinguir una cosa de otra, señalando la diferencia que hay entre ellas, para no confundir ni mezclar ‘procedencias’ que a la larga pueden perturbar mucho a la persona.
Resumiendo, es muy importante ESCUCHAR, haciéndolo con SINCERIDAD para que nunca sea fuente de cosas negativas para el buen gobierno personal, y siempre AYUDA en el itinerario que cada cual ha de seguir hacia el destino de eternidad que nos espera a todos.
Creo que merece la pena SABER ESCUCHAR.
Te pido encarecidamente que reces, al menos un padrenuestro al Señor de las Misericordias, por todas las necesidades de los Hermanos. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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