Reflexión 7 de Abril

Buenos días en el DÍA DEL SEÑOR.
Parece que a las personas una cosa que les cuesta muy poco hacer es ACUSAR a los otros de los excesos o errores que cometen.
Y lo hacen con tanta facilidad y soltura, porque no suelen mirarse al espejo para comprobar si antes de acusar, necesitarían corregirse previamente a sí mismo.
Es justamente lo que pone en evidencia Jesucristo en el texto del Evangelio de la Misa de hoy, quinto domingo de Cuaresma.
Es el famoso texto de la mujer sorprendida en adulterio, evangelio de San Juan 8,1-11. 
Buscando en Jesús un renuncio, los escribas y fariseos le traen a esta mujer planteándole que la Ley de Moisés manda apedrearla. Le preguntan: "tú ¿qué dices?".
Entonces Jesús, ante la insistencia de ellos, les da una contestación categórica: "El que ESTÉ SIN PECADO, que le tire la primera piedra".
La suerte estaba echada.
¿Había alguno que estuviera sin pecado?
Pues, al parecer, NO.
Y así dice el Evangelio que "se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos".
En esta ocasión sólo quería fijarme en la ligereza con la que las personas ACUSAN, sin tener en cuenta todo lo grave y serio que es ACUSAR A UNA PERSONA; razon por la que hay que pensárselo un poco, antes de cometer posibles atropellos o injusticias.
¿Soy yo persona que tiene muy activo el dedo acusador?
No sólo conviene evitar el hacerlo sin base o injustamente, sino tener en cuenta también otros daños morales que colateralmente se pueden dar. Por ejemplo, se puede llegar a la difamación, al falso testimonio, etc.
Recemos con Fe y Esperanza por todas las necesidades del resto de los Hermanos de esta Casa de la Madre y Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón
MATER CHRISTI
Madrid - España
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