Reflexión 1 de Febrero

Buenos días.
Volvamos hoy a fijarnos en otra Obra de Misericordia: Consolar al triste.
En la bondad natural de las personas florece con facilidad realizar esta Obra de Misericordia; lo que no está tan claro es si se hace adecuadamente porque se entiende bien en qué consiste, ya que sentir compasión no es consolar.
Compasión es tener pena ante los males o desgracias de una persona, lo cual puede tener un carácter general o más definido en personas concretas, pero sin ir más allá en la acción o en el compromiso.
En cambio consolar supone actuar ante los males o desgracias de una persona, para poder aliviar en la medida de lo posible y cuanto se pueda, la pena o aflicción que tuviera.
Supone estar en una actitud de servicio total, de caridad si se quiere decir mejor, pues bien sabemos que la caridad es el amor, aquello que más necesita la persona expresada en la circunstancia que se trate.
La Caridad es la gran virtud que impulsa a Amar a Dios sobre todas las cosas, y a las personas por el Amor a Dios que se tiene, de forma que se actuará siempre teniendo en cuenta a la persona necesitada de consuelo y menos en los intereses personales que intentarán que no se haga la Obra de Misericordia o, en todo caso, que no se culmine.
Con tu oración, que te pido hagas cada día, también ejercitas esta Obra de Misericordia teniendo en cuenta las muchas desgracias y tristezas que afligen a buen número de los Hermanos que aquí nos encontramos, hoy, miércoles, en San José, al que le hemos de encomendar estas intenciones. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
www.materchristi.es