Reflexión 20 de Febrero

Buenos días.
Nos acercamos hoy a la última de las Obras de Misericordia espirituales: Rogar a Dios por vivos y difuntos.
Puede parecer a simple vista la más sencilla de vivir y cumplir, pero no debe ser así si consideramos cómo es la oración que se suele hacer: una oración interesada en la mayoría de los casos, por no decir en todos.
Si se trata de los vivos, será pidiendo cosas para el bien material o circunstancias que necesitan del éxito que fuese con lo que sigue siendo con interés concreto, y en cuanto a los difuntos, cada uno sabe, si es que la hace, cómo y qué.
Toda oración va dirigida a Dios Padre, directamente o a través de la intermediación que se ponga: el Señor Jesucristo, la Santísima Virgen o cualquiera de los Santos, y la primera intención siempre, consciente o inconsciente, ha de ser darle Gloria (Mt 5,16), y a partir de aquí se presentará a la persona por la que se ora en sus necesidades espirituales y materiales, pues siempre el bien espiritual estará por encima del bien material; de qué le sirve a una persona lograr un bien material si va en detrimento de su bien y crecimiento espiritual.
Y en cuanto a orar por los difuntos, es un deber de Caridad en virtud de la Fe profesada: Creo en la Comunión de los Santos.
De los tres estados que formamos la Iglesia: Triunfante, Purgante y Peregrinante, son los difuntos que se encuentran en el Purgatorio los que necesitan de la oración misericordiosa de los que aún peregrinamos a la Casa del Padre, que estamos en condiciones con esa oración de ‘merecer’ para ellos las gracias purificadoras que no pueden alcanzar por sí.
Con esta gran Obra de Misericordia se les abrevia la purificación en la que se encuentran, para llegar antes a la plenitud del Amor de Dios en el Cielo.
Pensad por un momento, la gratitud de alguien que no tiene lo que necesita, que tampoco lo puede lograr de ninguna manera, y que alguien le tiende la mano y se lo procura.
Alguna vez dijimos que en el Cielo te están esperando a que llegues, pero ahora te digo que en el Purgatorio también te están esperando cada día con tus sufragios, con tus obras de misericordia hacia ellos. No los defraudes.
Y hoy reza al buen Padre Dios por todos los Hermanos, sus intenciones y necesidades, que aquí nos encontramos en María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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