Reflexión 3 de Octubre

Buenos días.
San Francisco de Borja, cuya memoria celebramos hoy (1510-1572), fue el III General de la Compañía de Jesús, después de ser IV Duque de Gandía, I Marqués de Lombay, Grande de España y Virrey de Cataluña.
En 1543 fue nombrado Virrey de Cataluña; Francisco recibió la misión de conducir a la sepultura real de Granada los restos mortales de la emperatriz Isabel. Él la había visto muchas veces rodeada de aduladores y de todas las riquezas de la corte, pero al abrir el ataúd para reconocer el cuerpo, la cara de la difunta estaba ya en proceso de descomposición. Francisco entonces tomó su famosa resolución: “Jamás serviré a señor que pueda morir”, porque comprendió profundamente la caducidad de la vida terrena.
Esta experiencia, que cambio definitivamente la mente de San Francisco de Borja, digamos que se produjo la definitiva conversión a Dios, le llevó a su consagración a Él en la Compañía de Jesús, después de la muerte prematura de su esposa Leonor en 1546.
Estando su esposa enferma, pidió a Dios su curación y una voz celestial le dijo: Tú puedes escoger para tu esposa la vida o la muerte, pero si tú prefieres la vida, ésta no será ni para tu beneficio ni para el suyo. Derramando lágrimas, respondió: Que se haga vuestra voluntad y no la mía.
La vida de San Francisco de Borja ciertamente es la de un cristiano total que bien merece conocerse, por ser una vida completa en los diferentes estados de la vida que se pueden tener.
En estos precisos momentos que la humanidad está viviendo, en los que tenemos la amenaza real de un conflicto mundial en el que Rusia amenaza con un ataque nuclear, lo que pone en tensión al resto del mundo, con Europa en el punto de mira, ¿no es causa más que suficiente para que todos nosotros, cristianos e incluso no creyentes, nos convezcamos definitivamente que solo en Dios está la verdadera Luz y la Salvación?
¿Para cuándo dejaremos dar el paso a una auténtica y definitiva conversión?
Motivos parece que hay, y más que suficientes, para volvernos a Dios y clamar su Misericordia, su Perdón y su Liberación.
Reza hoy al Padre Dios, como cada día, por todas las necesidades de los Hermanos, sus intenciones y proyectos, para que le podamos servir con humildad y alegría a ejemplo de María, nuestra Madre y nuestra Guía.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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