Reflexión 14 de Octubre

Buenos días.
Es muy común decir u oír decir: ¡cómo pasa el tiempo!
Efectivamente, el tiempo es inexorable en sus horas, días, meses y años, en cambio las personas se mueven entre la incredulidad consentida de que sea así y el asombro de ver como se le ha ido casi sin darse cuenta.
En cambio, si se tuviera muy presente el momento que se está viviendo: día, mes, año…, se aceptaría el paso del tiempo, porque se estaría viviendo la vida con toda la atención debida.
Se comprendería el paso del tiempo, y lo más importante es que se irían asumiendo las diferentes etapas que forman el ciclo de la vida humana, hasta llegar a abrazar el envejecimiento, que igualmente es parte de la vida, quizás la más importante, pues se trata de recapitular todo lo vivido, asumir aciertos y errores, congratularse por los primeros e intentar, si es posible, remediar de alguna manera los segundos, pero siempre aceptándolos de mejor grado posible.
Si no se va trabajando día a día por asumir la realidad de cada momento, se hará muy cuesta arriba cuando los años vayan mostrando su cara amarga: en la salud que se quebranta y en las fuerzas que irán fallando. En la vejez la persona deberá encontrar la plenitud de su madurez y la sabiduría que aporta la experiencia de todo lo vivido.
Reflexionemos hoy cómo está cada uno afrontando la vida, con seriedad, serenidad y responsabilidad, o simplemente viviendo como mejor se pueda y sin atender a otros baremos del compromiso bautismal, de la Fe, de la Esperanza y de la Caridad.
Y te pido que reces hoy al Sagrado Corazón de Jesús por los Hermanos: sus necesidades e intenciones, para que todos sepamos, de la mano de María, nuestra Madre y nuestra Guía, pasar la vida ‘haciendo el bien’ como dignos discípulos de Jesús. Escucha: “Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él” (Heh 10,38). AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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