Reflexión 23 de Octubre

Buenos días en el Día del Señor.
Estamos a cuatro semanas de la Solemnidad de Cristo Rey, esto es, el final del Año Litúrgico, lo cual es una llamada de atención para poner, si cabe, más empeño para vivir según el Corazón de Dios.
En este sentido la segunda lectura que se proclama en la Misa de este Domingo XXX del Tiempo Ordinario, es muy elocuente y merece la pena reflexionar con ella.
Es de la segunda carta de San Pablo a Timoteo: “Querido hermano: Yo estoy a punto de ser derramado en libación y el momento de mi partida es inminente. He combatido el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe.
Por lo demás, me está reservada la corona de la justicia, que el Señor, juez justo, me dará en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que hayan aguardado con amor su manifestación.
En mi primera defensa, nadie estuvo a mi lado, sino que todos me abandonaron. ¡No les sea tenido en cuenta! Mas el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, a través de mí, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todas las naciones. Y fui librado de la boca del león. El Señor me librará de toda obra mala y me salvará llevándome a su reino celestial. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén”.
A partir del testimonio de San Pablo: ¿Qué podemos decir cada uno de nuestra propia vida? La vivida hasta aquí, y en el panorama que tenemos por delante, cómo se esté dispuesto a seguir la vida, pues no se debe olvidar aquella divisa que tenemos delante: CONVERSIÓN.
Te reitero la petición de que hoy igualmente pidas al Señor Jesucristo Resucitado, que tenga Misericordia con cada uno de los Hermanos aquí reunidos en su Santísima Madre, María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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