Reflexión 10 de Octubre

Buenos días.
Bueno es acercarse con frecuencia al llamado Sermón del Monte con el que Jesús comenzó su Vida Pública, y en la que fue dejando el Anuncio del Reino para que los hombres lo acogieran y alcanzaran la participación en su Salvación.
Comenzó con las Bienaventuranzas, nueve propuestas para que los cristianos las hagamos nuestras y gobernemos la propia vida según sus presupuestos.
Dice una de estas propuestas que nos hace el Maestro: “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios” (Mt 5,8).
Todas las Bienaventuranzas son muy importantes para la vida del cristiano, pero, quizás, ésta sea una de las más sugerentes, pues invita al cristiano a tener un corazón limpio.
El corazón es el punto clave desde el que brota lo bueno y lo malo que hay en la persona, pues así lo enseña el Señor Jesús cuando dice a sus discípulos: “¿También vosotros seguís sin entender? ¿No comprendéis que todo lo que entra por la boca pasa al vientre y se expulsa en la letrina?, pero lo que sale de la boca brota del corazón; y esto es lo que hace impuro al hombre, porque del corazón salen pensamientos perversos, homicidios, adulterios, fornicaciones, robos, difamaciones, blasfemias. Estas cosas son las que hacen impuro al hombre”. (Mt 15,16-20).
Queda claro que el ‘corazón’ ha de ser el punto en el que se ha de poner la máxima atención para que no se desvíe hacia todo lo que es contrario el Amor de Dios.
La pureza de corazón será una tarea que se ha de llevar con gran decisión y entusiasmo, pues en razón del pecado original el corazón está inclinado al mal, a albergar todo lo que nos advierte el Señor en la cita de San Mateo referida más arriba.
Se ha de comenzar tomando conciencia clara de que, aunque uno no quiera, en su corazón se pueden albergar maldades, que debe reconocer para poder trabajar en erradicarlas, al tiempo de desarrollar aquellas bondades que también ya tiene en su corazón y poder ir agregando otras más.
Pero no se puede conseguir un corazón limpio cuando no se controla y se fomenta una mirada limpia, unas manos limpias, una lengua limpia, unos oídos limpios… Si los sentidos corporales por los que la persona se manifiesta y recibe a su vez lo que le llega de los demás, no se mantienen en una vigilancia atenta se hará muy difícil mantener el corazón limpio, que según el Señor Jesús es lo que al final nos permitirá contemplar a Dios.
Por ello, todo el trabajo que ya se pueda hacer por conseguir este corazón limpio, no solo será garantía para llegar al Cielo, sino que también será aval de una vida feliz en la peregrinación terrenal, aunque, sin duda, en medio de sufrimientos propios de ‘este valle de lágrimas’ que decimos en la oración de La Salve.
Te invito a que escrutes tu propio corazón.
Te invito a que seas muy sincero al hacerlo.
Y te invito a que trabajes por conseguir ese corazón limpio, que te hará conocer ya la presencia de Dios en tu vida de una forma clara y transparente.
Para rezar en espíritu y en verdad (Jn 4,23) también se necesita el corazón limpio, lo cual es un estímulo a la hora de rezar cada día para pedir por todas las necesidades de los Hermanos, como hoy lo hacemos a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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