Reflexión 2 de Octubre

Buenos días en el Día del Señor.
En el Santoral de este día se celebra la Fiesta de los Santos Ángeles Custodios, que aunque en la Sagrada Liturgia debe prevalecer, como es lógico y normal, el XXVII Domingo del Tiempo Ordinario, quiero llamar la atención de esta fiesta tan cercana para cada uno.
Sabemos que cada persona tiene la compañía de un Ángel llamado coloquialmente ‘el Ángel de la Guarda’, que es el ser celestial más cercano a cada uno.
Los Ángeles Custodios acompañan a los seres humanos en todo momento y se encargan de ayudarlos y protegerlos.
Como ya se ha indicado, los ángeles de la guarda son los protectores de las almas individuales. La ayudan en sus necesidades y la acompañan durante toda la vida y más allá.
De los ángeles de la guarda, ángeles custodios, el Señor Jesucristo deja testimonio claro en el evangelio de San Mateo 18,10, cuando dice: “Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en los cielos el rostro de mi Padre celestial”.
Del propio Ángel Custodio cabe esperar toda clase de ayuda para seguir el camino recto hacia el encuentro con Dios. Él, por encargo divino, se ocupa de una forma directa y exclusiva de la persona que Dios le ha confiado, por lo que por sí mismo hará cuanto pueda por ayudarla.
Pero a sus propias iniciativas en favor de su encomendado, se puede y se debe añadir las peticiones que la persona le haga, lo que se traduce en que cada uno debe fomentar una íntima relación con su Ángel, que facilitará la misión del encargo de Dios en cada momento y la misión que se derive de lo que la persona comparta con él y para la que le pida su intervención.
En el orden práctico, lo mejor que puede hacer la persona es tener al menos un momento al día en el que conversar con él, así como compartir todas sus inquietudes y necesidades para pedirle su intervención.
Finalmente os ofrezco, por si os puede ser de utilidad, la oración que yo hice para facilitar cada día mi relación personal con mi Ángel de la guarda: “Santo Ángel de mi guarda, custodio y guía de mi vida, que te fui confiado por Dios nuestro Padre desde el momento de mi concepción, acude a su presencia santa a conocer su Voluntad para este (momento, o día, o circunstancia de mi vida), e ilumíname y ayúdame a cumplirla fielmente.
Fortaléceme en la perseverancia hacia el AMOR DE DIOS total, y después ocúpate de estas cosas que me preocupan y que hemos de atender, solucionar o alcanzar su mejor salida, para la siempre y única Gloria de Dios” (se le dicen los temas que preocupan o necesitan su ayuda o su intervención directa). 
Pues hoy recemos a nuestro Ángel Custodio, en comunión con todos los Custodios de los que aquí nos encontramos en torno a su Reina y Señora, para pedirles que actúen en favor de todas las necesidades de los Hermanos. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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