Reflexión 20 de Agosto

Buenos días en el Día del Señor.
En este domingo XX del Tiempo Ordinario, Ciclo A, encontramos una de la páginas más bellas del Evangelio.
Se trata del encuentro de la mujer cananea con Jesús; dice el evangelio de Mateo 15,21-28: “En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo. Él no le respondió nada.
Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: Atiéndela, que viene detrás gritando. Él les contestó: Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel. Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió: Señor, socórreme. Él le contestó: No está bien echar a los perros el pan de los hijos. Pero ella repuso: Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos.
Jesús le respondió: Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas. En aquel momento quedó curada su hija”.
Buscando la iluminación para nuestras vidas, para nuestras almas y nuestros corazones, veamos, por una parte a la mujer gritando a Jesús pidiéndole ayuda y al tiempo Él sin hacer caso.
Cuando los discípulos le llaman la atención de que la mujer viene gritando el Señor les contesta: ‘Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel’; y dice, que la mujer les alcanzó para mantener el diálogo más hermoso, de fe y esperanza de la cananea, y de Amor y de Misericordia de Jesús. Ella postrada ante Jesús le dice: ‘socórreme’ y el Señor le responde con un lenguaje duro, hasta podíamos decir humillante: ‘no está bien echar a los perros el pan de los hijos’, pero la humildad de la cananea vence a Jesús: ‘Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos’. Entonces Jesús le dice: ‘Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas. En aquel momento quedó curada su hija’.
Cuánto hay que aprender de esta página del evangelio, que podríamos resumir en dos cosas: conocer bien lo que es y contiene la divina revelación, y saber dialogar con Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Que sintamos la proximidad de Jesús Resucitado en este día, que debemos tener a Dios en el centro de todos los afanes, y oremos pidiéndole que nos cure y que nos libere, para que seamos verdaderos discípulos suyos. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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