Reflexión 16 de Agosoto

Buenos días.
Hoy la Liturgia hace Memoria de la Beata española Petra de San José, que nace en Abdalajis (Málaga) en 1845, Fundadora de la Congregación Madres de los Desamparados y San José de la Montaña.
La madre de la beata muere cuando esta tiene 3 años. A partir de ese momento se encargará de su crianza su abuela paterna.
En su adolescencia salía con un joven de la comarca, José Mir, según ella misma atestiguó en sus memorias. Pero cuando las familias empezaron a hablar de boda, la futura beata Petra de San José rechazó esta idea. Posteriormente le ofrecieron la posibilidad de casarse con otro joven, pero ella se negó.
Se retiró de la vida social, empezó a practicar la caridad de forma activa: por las noches, junto con su hermano Juan, repartía alimentos entre las familias menos favorecidas del valle y acudía reiteradamente a la iglesia. Su padre le prohibió que se hiciera religiosa y entabló amistad con Josefita Muñoz, otra joven del valle que deseaba ser religiosa y a la que sus vecinos llamaban “la santa”.
La vida familiar se vio afectada por la inseguridad que existía en todo el país y el padre de la Beata, que había sido alcalde, tuvo que huir y dejar la casa durante una temporada, esto hizo que salvara la vida en la revuelta de los malagueños en marzo de 1873.
Después de estos hechos, su padre flexibilizó su posición respecto la vocación de Ana Josefa y le permitió dedicarse íntegramente a la caridad aunque siguió sin permitirle su consagración religiosa, según ella misma escribe en sus memorias.
La Beata Petra de San José escribirá: “El religioso que no se acostumbra a callar y sufrir en silencio, nunca podrá adquirir la humildad”; se está dirigiendo a una persona consagrada, pero si sustituimos la palabra ‘religioso’ por 'cristiano o creyente', será lo mismo, porque lo cierto es que sin silencio ante las situaciones de sufrimiento, sea por las causas que sea, no se puede adquirir la virtud de la humildad.
Y sin humildad es muy difícil la vida, porque las personas tienden al orgullo, a la vanidad, incluso a la soberbia, caminos por los que no se pueden conocer y aceptar las propias limitaciones y debilidades, que se han de tener en cuenta para ajustarse a lo que realmente se puede; tampoco, sin la sumisión que se necesita en muchos momentos, la vida es favorable en la convivencia.
Encomendemos a la Beata Petra de San José nuestra propia vida, que nos ayude a vivir en el mejor espíritu de sometimiento a la Voluntad de Dios, siguiendo los caminos de la vocación a la que cada uno ha sido convocado.
Y también, recemos a María, nuestra Madre y nuestra Guía, por todas las necesidades de los Hermanos que aquí nos encontramos en Ella. AMÉN. 
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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