Reflexión 5 de Marzo

Buenos días en el Día del Señor.
En la primera lectura que se proclama en este II Domingo de Cuaresma del ciclo A, podemos leer del Libro del Génesis 12,1-4: “En aquellos días, el Señor dijo a Abran: Sal de tu tierra, de tu patria, y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré. Haré de ti una gran nación, te bendeciré, haré famoso tu nombre, y serás una bendición.
Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan, y en ti serán benditas todas las familias de la tierra. Abran marchó, como le había dicho el Señor”.
Es muy importante significar lo que le pide, le manda el Señor Dios a Abran: ‘Sal de tu tierra, de tu patria, y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré’, a lo que obedecerá con toda disponibilidad como lo hará también en adelante.
Ya sabemos de la obediencia, como esa virtud que tanto bien le procura al que la práctica, que no es ahora algo que se valore en exceso, pues una cosa es obedecer forzado por algún interés o por una imposición incontestable, y otra, bien distinta, es hacerlo por amor y servicio.
La obediencia, primero a Dios, a su santa Voluntad, y desde Él a todos los que se deba, según la Fe o el estado que se tenga, es necesaria, pues así se podrá tener ahora claro el camino cuaresmal a recorrer, y siempre, porque la respuesta de Dios no se hará esperar en su Amor y en su Bendición.
En este día, podemos rezar al Señor Resucitado por todas las intenciones y necesidades, espirituales y materiales, de todos los Hermanos. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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