Reflexión 26 de Marzo

Buenos días en el Día del Señor.
Hoy el evangelio de San Juan nos presenta la muerte de Lázaro y el episodio de Jesús que va a Betania y lo resucita.
Normalmente cuando hablamos de la muerte nos referimos a la muerte física, y aunque sabemos, en la teoría al menos, que el pecado grave, gravísimo, conduce a la muerte, no sé si acabamos de interiorizarlo lo suficiente como para que condicione nuestros pensamientos, palabras, obras y omisiones, evitando que sean camino de muerte.
La muerte en este sentido es mucho más grave que la física, pues ésta es temporal y aquella durará para siempre. La eternidad tampoco es algo que se interiorice, pues parece como que da miedo, además que no interesa manejarla porque denuncia esos movimientos de las personas que no son capaces de amar o de permanecer ‘para siempre’ en el compromiso o en la palabra dada, por aquello de lo gravoso que es tener que perseverar cuando los condicionantes personales de la comodidad, del interés o del simple capricho no aconsejan continuar, pues al fin es un fastidio, sin obviar otras causas del pecado de muerte que se comete por tantas injusticias, atropellos y violaciones de la dignidad humana.
Parece que este tiempo cuaresmal es propicio para ponerse frente a la muerte eterna, pues cuando se toma conciencia de ella, por supuesto, se quiere evitar, pero ello exige, en primer lugar, seriedad, que frente a la frivolidad con la que se vive y se aceptan los excesos en todos los sentidos, lleva a la persona a tomarse la vida en serio, pero no por las dificultades materiales o físicas que haya, sino porque el tiempo es inexorable y, más pronto que tarde, llegará el tránsito de esta vida a la eterna y ahí aparecerá la única verdad con la que estamos caminando.
Es tiempo de conversión, es tiempo de Gracia y es tiempo de abandonar las obras de las tinieblas para tomar el camino de la LUZ. Pues adelante y a no perder la oportunidad que Dios nos da a través de su Iglesia, dispensadora de todas sus Gracias.
Por favor, reza hoy al Señor Jesucristo Resucitado, en favor de todas las necesidades de los Hermanos, que aquí volvemos a encontrarnos en María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
www.materchristi.es