Reflexión 22 de Junio

Buenos días.
En este día eucarístico, como jueves que es, podríamos reflexionar sobre lo que es la presencia real del Señor Jesucristo en el Sagrario, en cada partícula del pan consagrado en él depositado.
Cristo vivo en su Cuerpo y en su Sangre, en su Alma y en su Divinidad, que está ofrecido y dado a cualquier persona que quiera encontrarse con Él.
La oración personal ante el Sagrario, en cualquiera de sus formas, es ocasión del encuentro personal e intransferible, que nadie puede hacer por uno, para, en la intimidad más honda, hablar y escuchar al mismo Señor que recorrió Galilea, Palestina, Tierra Santa... haciendo el bien.
La Fe nos enseña que es absolutamente cierto que el Señor Jesús está vivo en el Sagrario, pero… ¿la experiencia de la propia vida puede asegurar que ello es así?
En los últimos meses, en los últimos tiempos, ¿cuántas veces escuchaste al Señor desde el silencio del Sagrario? No digo cuántas veces fuiste a la Iglesia, ni cuántas veces fuiste a Misa. Digo ir a la Iglesia a encontrarte a solas con el Señor, aunque haya más personas, muchas o pocas, a colocarte ante el Sagrario aislado de todo lo que circunda y escuchar al Señor en su silencio de la Hostia Consagrada más que hablarle tú, que también se puede hacer.
‘Es que yo necesito más del Señor que Él de mí y se lo tengo que decir’. Creo que te equivocas porque realmente tú desconoces lo que Él puede necesitar de ti en cualquier momento y en cualquier circunstancia, pero si no le dejas hablar o no le prestas atención, pues no podrás saber ni que necesita de ti ni lo que quiere encomendarte.
Escuchar el Silencio del Sagrario en un gran reto que todos los cristianos tenemos en cualquier momento de la vida, por ello hay que ir con frecuencia al encuentro con este ‘Silencio de Jesús’ y escuchar con atención: “Habla Señor, que tu siervo escucha” (1 Sam 3,9-10). Hoy es el día propicio y adecuado.
Y ya reza a este Señor Jesucristo por todas las intenciones y necesidades de los Hermanos, que aquí nos encontramos nuevamente en María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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