Reflexión 16 de Abril

Buenos días en el Domingo de la Misericordia.
Ya sabemos todos que esta Celebración del Domingo de la Misericordia es una iniciativa del mismo Señor Jesucristo, que así se lo pidió a Santa Faustina Kowalska cuando se le apareció y manifestó en su Divina Misericordia: “La Fiesta de la Misericordia ha salido de Mis entrañas, deseo que se celebre solemnemente el primer domingo después de Pascua”.
Esta Fiesta está muy vinculada al Sacramento de la Confesión, pues el mismo Señor diría: “Hija Mía, habla al mundo entero de la inconcebible misericordia Mía. Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea refugio y amparo para todas las almas y, especialmente, para los pobres pecadores.
Ese día están abiertas las entrañas de Mi misericordia. Derramo todo un mar de gracias sobre las almas que se acercan al manantial de Mi misericordia.
El alma que se confiese y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de las penas. En ese día están abiertas todas las compuertas divinas a través de las cuales fluyen las gracias.
Que ningún alma tema acercarse a Mí, aunque sus pecados sean como escarlata”.
Y en el Evangelio de San Juan (20,19-31) que se proclama en este domingo, dirá el Señor Resucitado a sus Apóstoles: “Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”.
Es este el momento en el que el Señor Jesucristo instituye el Sacramento de la Penitencia, dando a los Apóstoles y a sus sucesores el poder de perdonar los pecados a aquellos que los reconozcan, se arrepientan y los confiesen.
Creo que cualquier comentario sobra, sólo queda la reflexión personal para entender en profundidad esta gran Gracia de Dios, cuál es su gran Misericordia, de intentar aprovecharla en este día y en todos los que resten a cada uno de su jornada terrenal.
Con Fe y Esperanza, reza al Señor de la Misericordia por todas las intenciones y necesidades de los Hermanos que aquí volvemos a encontrarnos en la que es la Madre de la Misericordia. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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