Reflexión 13 de Abril

Buenos días en este Jueves de Pascua.
Hoy encontramos en la Palabra de Dios que nos ofrece la Iglesia dos puntos a destacar.
En la primera lectura de los Hechos de los Apóstoles, San Pedro, después de la curación del paralítico que estaba a la puerta del templo, dice a la gente: “Israelitas, ¿por qué os admiráis de esto? ¿Por qué nos miráis como si hubiéramos hecho andar a este con nuestro propio poder o virtud? El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y de quien renegasteis ante Pilato, cuando había decidido soltarlo…”, para añadir más adelante: “… Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados; para que vengan tiempos de consuelo de parte de Dios” (Hch 3,11-26).
En el evangelio San Lucas cuenta que mientras los discípulos de Emaús están contando lo que han vivido, el Señor se presentó en medio y les dice: “Paz a vosotros. Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. Y él les dijo: ¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo. Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: ¿Tenéis ahí algo de comer?...”
Qué difícil le resulta al hombre ‘creer’ sin la fuerza del Espíritu Santo, pero nosotros, bautizados, que poseemos el Espíritu, ¿por qué el corazón lo tenemos tantas veces cerrado, que no somos capaces de aceptar la realidad de la FE?
Quizás necesitamos aún atender a lo que San Pedro ha dicho a los israelitas: “arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados; para que vengan tiempos de consuelo de parte de Dios”.
Conviene pensarlo, porque quizás tenemos una explicación cuando no se tiene un corazón limpio que sepa vivir cada día en la Verdad.
El pecado siempre oscurece la conciencia, dejando a la persona sin reflejos para atender a lo que constituye la voz de Dios, la voluntad de Dios.
Abramos el corazón y la mente al Amor de Dios, manteniendo la LUZ del Cirio Pascual que nos ilumine todos los caminos que debamos recorrer.
Sigamos rezando al Señor Resucitado en favor de las necesidades de los Hermanos, que seguimos encontrándonos aquí, en María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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