Reflexión 11 de Abril

Buenos días en este Martes de Pascua.
¡¡¡Cristo ha Resucitado!!!
Hermoso me pareció siempre la perícopa del evangelio de San Juan 20,11-18 que se proclama hoy en la Santa Misa.
“En aquel tiempo, estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. Le dicen ellos: Mujer, ¿por qué lloras?. Ella les respondió: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto. Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Le dice Jesús: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?. Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré. Jesús le dice: María. Ella se vuelve y le dice en hebreo: «Rabbuní», que quiere decir “Maestro”. Dícele Jesús: No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: ‘Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro’. Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas palabras”.
María estaba angustiada por no encontrar el cuerpo del Señor Jesucristo, ya que la tumba estaba vacía, pero el Señor sale a su encuentro para librarla de su angustia, como tantas veces ha salido y sale al encuentro de cada uno de nosotros para liberarnos de nuestras angustias y sufrimientos.
El encuentro en el que María Magdalena confunde a Jesús con el hortelano es muy entrañable, pues sólo cuando el Señor pronuncia su nombre es cuando le reconoce. ¡Qué importante es el nombre de cada persona!, pues es el que la identifica.
El Señor le dice que ‘como aún no ha subido al Padre’ no le puede tocar: he aquí la importancia de la primacía del Padre ante cualquier criatura humana o cualquier otra cosa; luego ya se les aparecerá y les dejará que le toquen. “No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro”.
Muy interesante para la reflexión personal los dos detalles señalados: la importancia del nombre propio y la primacía de Dios Padre sobre todas las cosas, sin olvidar que evangelizar es en definitiva enseñar a los otros todos los Misterios del Reino que conocemos, por lo que no se puede estar inactivos a este respecto.
Reza,  por favor, al Señor Resucitado por las intenciones y necesidades de todos los Hermanos, que en María, nuestra Madre y nuestra Guía, volvemos hoy a encontrarnos. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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