Reflexión 9 de Enero

Buenos días.
El escritor francés Paul Bourget dijo: “La felicidad reúne, pero el dolor une”. Parece no tiene verdadero sentido, pues la felicidad encuentra muchos amigos que acuden a participar de ella, pero quizás, en cambio, lo que ocurre realmente es que solo están mientras exista esa ‘felicidad’ de la que habría que ver sus características, para poder denominarla como tal.
En cambio el dolor, el sufrimiento, une porque quien acude a participar de él lo hace con verdad y sinceridad de corazón, pues a nadie gusta sufrir, aunque no sea en primera persona, y sea, en cambio, participar del dolor que está experimentando otra persona.
Ante el dolor la persona siente una gran impotencia, sobre todo cuando responde a un mal serio o irreversible, que le lleva a una situación dura y tantas veces difícil de superar, lo que hace que cuando uno se acerca y viene con buena voluntad se le acepte totalmente.
Hemos dicho que la persona rechaza el dolor, el sufrimiento, pero deberíamos pensar en ello porque en uno o en otro momento, o en varios en la vida, aparecerá por diferentes causas, provocadas o no buscadas en absoluto, pero habrá que hacer frente y asumirlo en principio para buscar de inmediato la mejor
 solución para superarlo, si la hubiera, y, en todo caso, aprender a convivir con él en el supuesto de que no tuviera salida o alternativa posible.
La vida ya nos da lecciones de sobra para saber que nada nos puede paralizar en el caminar de cada día, pues al fin estamos en una peregrinación, que es temporal y caduca, nos guste o no nos guste.
Con la mejor disposición posible, reza al Padre de las Misericordias para que con su Gracia alivie o resuelva todas las necesidades de los Hermanos, aquí presentes en María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
www.materchristi.es