Reflexión 21 de Enero

Buenos días.
Hoy la Iglesia celebra la Memoria de Santa Inés, de la que dice el Martirologio Romano que fue “virgen y mártir, que siendo aún adolescente, ofreció en Roma el supremo testimonio de la fe, consagrando con el martirio el título de la castidad. Obtuvo victoria sobre su edad y sobre el tirano, suscitó una gran admiración ante el pueblo y adquirió una mayor gloria ante el Señor. Hoy se celebra el día de su sepultura”.
Hay muy buenos documentos sobre la existencia de esta mártir que vivió a comienzos del siglo IV y que fue martirizada a los doce años, durante la feroz persecución de Diocleciano.
Su popularidad y su devoción hacen pensar que no son improbables las leyendas que se nos han transmitido de boca en boca y también con escritos.
Basado en una tradición griega, el Papa Dámaso habla del martirio de Santa Inés sobre una hoguera, pero parece más cierto lo que afirma el poeta Prudencio y toda la tradición latina, es decir, que la jovencita, después de haber sido expuesta a la ignominia de un lugar de mala fama por haberse negado a sacrificar a la diosa Vesta, fue decapitada.
Según la leyenda popular, fue el mismo hijo del prefecto de Roma el que atentó contra la pureza de Inés. Al ser rechazado, él la denunció como cristiana, y el prefecto Sinfronio la hizo exponer en una casa de prostitución por haberse negado a rendirle culto a la diosa Vesta. Pero Inés salió prodigiosamente intacta de esa difamante condena, porque el único hombre que se atrevió a acercarse a ella cayó muerto a sus pies, pero el prefecto no se rindió ante el prodigio y la condenó a muerte.
Un antiguo rito perpetúa el recuerdo de este ejemplo heroico de pureza. En la mañana del 21 de enero se bendicen dos corderitos, que después ofrecen al Papa para que con su lana sean tejidos los palios destinados a los Arzobispos.
La antiquísima ceremonia tiene lugar en la iglesia de Santa Inés, construida por Constantina, hija de Constantino, hacia el año 345.
Como es en todos los santos que la Iglesia nos presenta para venerar, esta Santa también nos puede ayudar con su intercesión ante Dios si se lo pedimos, pero igualmente mirando su vida e iluminando, con sus virtudes y ejemplo, nuestro peregrinar hacia la Casa del Padre.
Recemos hoy a Santa Inés para que nos alcance la gracia de la pureza, de alma y cuerpo, a todos los Hermanos que aquí nos volvemos a encontrar en María, nuestra Madre y nuestra Guía.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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