Reflexión 11 de Enero

Buenos días.
Hecha la introducción ayer de las Obras de Misericordia, vayamos acercándonos paulatinamente a ellas.
Comenzando hoy por las corporales veamos la primera: Dar de comer al hambriento, la cual no parece tenga demasiada dificultad cumplirla, máxime en una situación social como en la que nos encontramos, que cada día va habiendo más carencia de alimentos para ciertas personas o familias que viven en la indigencia.
Pero teniendo en cuenta que es la Caridad, el Amor de Dios, lo que tiene que dirigir la Obra de Misericordia, no bastaría resolver la situación con cualquier alimento que se tenga al alcance, pues habrá que considerar la necesidad real que tiene la persona o familia en razón de sus circunstancias de penuria, salud, etc.
Ya sé que se dirá que habrá que conformarse con lo que haya o con lo que se pueda, pero visto solamente desde ese prisma estaremos considerando la cuestión del ‘hambriento’ en niveles puramente humanos, sin más consideración cristiana como corresponde en la imagen real de la Misericordia de Dios.
Bien sabemos que las cosas no son ni tan simples ni tan sencillas, pero se ha de buscar el mayor grado de perfección siguiendo al Maestro.
En este día miércoles, te pido que reces a San José para encomendarle todas las necesidades de los Hermanos, que aquí nos encontramos en su Santísima Esposa.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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