Reflexión 12 de Enero

Buenos días.
Todo bien tiene su origen en Dios, y el hombre, creado a su imagen y semejanza, participa de su bondad proyectando con su vida todos los valores que encontramos en el mismo Dios y su Obra.
Por ello podemos decir con gran sentido que la felicidad proviene de Dios, pero en la persona ha de encontrar su colaboración que haga posible saber vivir y compartir tal felicidad.
Ahora bien, se ha de contar con que la verdadera felicidad no debe tener adherencias propias de lo peor de la condición humana: egoísmos de cualquier tipo, manipulaciones que buscan intereses bastardos u otras actitudes que embarran, distorsionan y hasta malogran cualquier atisbo de verdadera felicidad.
La felicidad, al tener su origen en Dios, debe buscar la satisfacción espiritual, física y humana que aportará armonía y paz a quienes viven en ella.
Por tanto, teniendo un suficiente conocimiento de lo que es la felicidad, no de los sucedáneos que se les aplica tal nombre, se la busque en el propio corazón, en el que se han depositado todas las semillas que la persona debe desarrollar con su trabajo y su esfuerzo.
No se ha de olvidar que el cristiano, mientras peregrina por este
 mundo, puede y debe anticipar desde su condición humana muchas de las experiencias que está llamado a vivir en la Casa del Padre.
Ahora haz felices a los Hermanos rezando al Señor, en su presencia real en la Sagrada Eucaristía, por sus necesidades e intenciones. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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