Reflexión 22 de Enero

Buenos días en el Día del Señor.
Estamos celebrando el Octavario por la Unión de las Iglesias y en este Tercer Domingo del Tiempo Ordinario, la Iglesia nos ofrece, en la segunda lectura que se proclama en la Santa Misa, esta perícopa de la 1ª Carta de San Pablo a los Corintios, 1,10-13.17: “Os ruego, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo, que digáis todos lo mismo y que no haya divisiones entre vosotros. Estad bien unidos con un mismo pensar y un mismo sentir.
Pues, hermanos, me he enterado por los de Cloe de que hay discordias entre vosotros. Y os digo esto porque cada cual anda diciendo: Yo soy de Pablo, yo soy de Apolo, yo soy de Cefas, yo soy de Cristo.
¿Está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿Fuisteis bautizados en nombre de Pablo?
Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a anunciar el Evangelio, y no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo”.
Vemos cómo ya al comienzo de la predicación apostólica, surgieron enseguida las divisiones: “os ruego, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo, que digáis todos lo mismo y que no haya divisiones entre vosotros”; parece que fuese la gran bandera que enarbola el enemigo con una gran destreza, para hacer que entre todos contribuyamos al desgarramiento del Cuerpo Místico de Cristo.
Estos días en los que comunitariamente, todas las Iglesias cristianas oramos por su UNIÖN, para llegar a hacer realidad los deseos ardientes del Señor Jesucristo (Jn 17), reflexionemos lo que está a nuestro alcance para lograr la unidad: de sí mismo y con los más cercarnos, para así poder contribuir a la unidad en todos los niveles de la Iglesia y de la Sociedad.
Pero no olvides de rezar también al Señor Jesús Resucitado, por todas las necesidades e intenciones de los Hermanos que aquí volvemos a encontrarnos en su Santísima Madre. AMÉN. 
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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