Reflexión 5 de Enero

Buenos días.
Ya en la Víspera de la Epifanía del Señor seguimos contemplando al Niño Dios en la pobreza de un pesebre como cuna.
Ello nos invita una vez más a fijarnos en la pobreza y la humildad en la que quiso Dios nacer en su encarnación como hombre.
Por mucho que nos recordemos estas dos virtudes, estas dos actitudes, estas dos formas de vivir en la fe, no será suficiente para que consigamos vivir en pobreza y humildad.
Las riquezas del mundo, en su dimensión más amplia, van seduciendo a las personas de una forma constante e insistente, hasta el punto de que aun sabiendo que dejarse arrastrar por ellas se van a conseguir más amarguras que dichas, se aceptan hasta desde la inconsciencia.
Decía el poeta Saadi: “Bendito de Dios es el rico que tiene la humildad del pobre”; definición hermosa de la actitud que se debe mantener ante la riqueza de cualquier tipo que se pueda tener u obtener.
Contemplando, en estas últimas horas del Tiempo de la Navidad, a la Sagrada Familia en Belén de Judá, descubramos la pobreza y la humildad, no solo física y material,  que vivieron y mantuvieron los tres: Jesús, María y José, y acogiéndonos a Ellos decidámonos a dar el paso de conversión que necesitamos, y que tanto nos hará falta en esta jornada anual que estamos comenzando.
Pide hoy con mucha confianza a la Sagrada Familia, por todas las necesidades de los Hermanos que volvemos a encontrarnos en María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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