Reflexión 27 de Enero

Buenos días.
El pasado día 25 la Virgen Santa María de la Paz volvió a dejar un mensaje universal en Medjugorje, que como veis es grave en las palabras y determinante en el contenido.
Dice así: “Queridos hijos, orad conmigo por la paz, porque Satanás quiere la guerra y el odio en los corazones y en los pueblos. Por eso, orad y sacrificad vuestros días haciendo ayuno y penitencia, para que Dios os dé la paz. El futuro está en una encrucijada, porque el hombre moderno no quiere a Dios. Por ello la humanidad se dirige hacia la perdición. Vosotros, hijos míos, sois mi esperanza. Orad conmigo para que se haga realidad lo que comencé en Fátima y aquí. Orad y dad testimonio de la paz en vuestro entorno, y sed personas de paz. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!”.
Advierte afirmando que ‘Satanás quiere la guerra y el odio en los corazones y en los pueblos’, lo cual tiene una posible repercusión muy peligrosa, ‘por eso, dice seguidamente, orad y sacrificad vuestros días haciendo ayuno y penitencia, para que Dios os dé la paz’.
Y aquí viene una afirmación que conviene tenerla muy en cuenta: ‘El futuro está en una encrucijada’, que es como decir que la situación es tan incierta que puede pasar cualquier cosa, y explica a continuación: ‘porque el hombre moderno no quiere a Dios’, razón más que lógica para que afirme la Virgen que ‘la humanidad se dirige hacia la perdición’.
Resulta muy consolador que en ese ‘vosotros’ que dice seguidamente, estemos tú y yo, y ojalá que no la defraudemos: ‘Vosotros, hijos míos, sois mi esperanza’.
‘Orad y dad testimonio de la paz en vuestro entorno, y sed personas de paz’.
Todo un programa de vida ante nosotros que debemos atender con verdadero amor a la Santísima Virgen, tanto por el bien de todos como de la Santa Madre Iglesia que no es ajena a todo el desvarío que hay en nuestro mundo.
Para poder atender a la demanda de la Virgen Santísima es necesario no olvidar el camino de conversión que procurará responder con toda eficacia a su fuerte llamada.
Y orad a Ella para que también atienda las necesidades de los Hermanos, que aquí nos encontramos en Ella cada día. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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