Reflexión 9 de Diciembre

Buenos días
Hay algunas actitudes que mantienen las personas, que no llegan a darse buena cuenta de sus efectos.
Una de ellas es la DISIPACIÓN.
Esta actitud es negativa, y puede llegar a ser muy negativa, al llevar a la persona al abandono de esa otra actitud tan importante como necesaria, de la que nos advirtió el Señor Jesucristo en el evangelio reiteradamente: la VIGILANCIA.
La persona disipada no atiende a la urgencia o a la simple necesidad,  que, tantas veces, conllevan las cosas.
No está atento, aunque luego se queja vehementemente porque no se le tiene en cuenta, o dice que a él o ella no se le comunican las cosas.
La DISIPACIÓN conlleva otros defectos, e incluso pecados serios, como puede ser la PEREZA, que tanto daño hace en la vida del espíritu.
También la TIBIEZA puede llegar de la mano del vivir DISIPADAMENTE, teniendo perfecta conciencia de que una de las enfermedades espirituales que podemos conceptuar en el grupo de malas o graves, está precisamente la TIBIEZA.
Es muy necesario saber de uno mismo si la DISIPACIÓN le ataca; si uno se abandona a disiparse con alguna facilidad, o por el contrario mantiene la VIGILANCIA suficiente, como para evitar toda TENTACIÓN de PEREZA o de TIBIEZA, con lo que se contribuiría a evitar el mal de la DISIPACIÓN.
No debemos cansarnos de hacer una oración cada día, por todas las intenciones y necesidades de los Hermanos que nos reunimos en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón 
MATER CHRISTI 
Madrid - España 
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