Reflexión 16 de Diciembre

Buenos días 
La persona enferma vive asemejada a Cristo sufriente, particularmente cuando culmina su misión redentora padeciendo la PASIÓN y muriendo en la CRUZ.
Esta realidad hace que sea absoluta verdad que los enfermos son el 'tesoro de la Iglesia', pues con su sufrimiento, unido al del Señor Jesucristo, les hace poseedores de abundantes gracias en favor de la Iglesia y de aquellos que necesitan de la LUZ del Espíritu para salir de la oscuridad.
El enfermo, apoyado en el Don de la Fortaleza recibido del Espíritu Santo, puede y debe dar Gloria a Dios por estar en condiciones de unirse a Cristo, "Hombre de dolores" (Is 53,3).
Es cierto que la enfermedad no parece ser compañera deseada por las personas, lo cual es lógico, pero una vez que llega, que se hace presente en la vida personal, el enfermo ha de responder con dignidad y altura de miras, asumiendo la realidad de ser una persona enferma, lo que le ayudará, sin duda, a plantar cara y a trabajar para vencer el mal que le aqueja.
Cierto es también que la enfermedad humilla, pues muestra la cara más dura para la persona como es aceptar las limitaciones que imponga la enfermedad, sean del tipo que sean.
También humilla porque generalmente creará una serie de dependencias de los demás, ya que habrá cosas que no pueda hacer por sí y necesitará ayudas de otros, que sabe les serán también gravosas. Y aquí está la HUMILDAD, que deberá asumir con toda tranquilidad, aunque cueste, y a veces, mucho.
Las facetas de la enfermedad, que repercuten en la vida del enfermo, así como la trascendencia de éstas más allá del propio enfermo, piden actitudes muy claras al enfermo y a la o las personas que lo cuidan.
Actitudes de paciencia, de mansedumbre, de humildad y de pobreza, mucha pobreza, pues el que no tiene y necesita no puede imponer, sino extender la mano 'pidiendo', pero el que cuida al enfermo, no menos necesita de las virtudes referidas y en gran medida de la pobreza. "Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos" (Mt 5,3).
Muchos más aspectos podríamos comentar, pero la extensión del tema aconseja dejarlo por hoy, pasando a pedirte que reces con Fe y Esperanza al Señor Jesucristo, por todas las necesidades de los Hermanos, y que cada uno sabrá poner las suyas propias ante el Padre Dios, para que las atienda por las oraciones que hagamos entre todos. AMÉN.
Emilio Castrillón 
MATER CHRISTI 
Madrid - España 
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