Reflexión 19 de Diciembre

Buenos días 
En tanto seguimos el camino hacia la Cueva de Belén al encuentro con el Niño Dios, busquemos los mejores trajes que cada uno debe vestir durante las casi tres semanas que prácticamente dura el Tiempo Litúrgico de la Navidad.
Esos días son entrañables, cargados de los mejores sentimientos que siempre suscitan los bebés cuando nacen.
También comportan alegría, nuevas ilusiones, horizontes abiertos para los mejores proyectos, en definitiva, se produce una gran alegría que como en todo ha de saberse administrar.
Los preparativos han de prevenirse para que no se echen encima las fechas, sin tener el corazón dispuesto para el encuentro con personas que cuesta trabajo convivir, manteniendo las barreras que impiden la comunicación o la simple cercanía.
Es momento de un ejercicio de gran sinceridad consigo mismo, para ver con claridad lo que cada cual debe cambiar para que todo vaya bien.
Es verdad que en la mano de cada uno está lo que puede hacer por sí y para sí mismo, pero esta es la obligación que cada uno tiene y que sólo puede asegurar cada cual la suya propia.
Bien merece la pena poder presentar al Niño Dios el obsequio que a Él más le puede agradar: un corazón limpio, un corazón que se sobrepone a toda la adversidad que producen las rencillas y los desencuentros, en resumen, un corazón convertido a su Divino Amor.
Por favor, reza ahora, con todo el fervor que puedas, a la Virgen Expectante al Nacimiento de su Hijo, por las necesidades más urgentes de todos los Hermanos. AMÉN.
Emilio Castrillón 
MATER CHRISTI 
Madrid - España 
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