Reflexión 6 de Febrero

Buenos días a todos, Hermanos de la Casa de la Madre y Guía.
Como cada día, lo primero que hacemos es elevar nuestra Oración a María, para que consuele y auxilie a cada uno de los Miembros de su Casa. 
En este momento, cada uno podemos recordarle a la Virgen la necesidad o Gracia que más urgente estamos necesitando, pues al unirnos todos en esta Oración a la Virgen, podemos esperar con seguridad que seremos escuchados.
Recordar que a la hora de elevar las súplicas al Cielo, hemos te hacerlo siempre con una FE y CONFIANZA grande, pues la garantía de ser escuchados nos la da el mismo Señor Jesús (Mt 18,19).
Efectivamente, como indicaba la Hermana María Jesús el sábado, en el momento del 'Santo, Santo, Santo...', unimos el Antiguo Testamento con el Nuevo, pues el propio Señor nos dice que Él es la garantía del cumplimiento de las Promesas de Dios en los Profetas.
Dirá: "No he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar plenitud" (Mt 5,17).
Y en la segunda parte del "Santo" cuando decimos: "Hosanna el Cielo..." Estamos introduciéndonos en todo lo que fue la Pasión del Señor, precedida por la entrada triunfal y jubilosa de Jesús en Jerusalén, donde se consumaría el Sacrificio de la Cruz.
Asimismo nosotros pasamos con este gozo y alegría a la Plegaria Eucarística o Canon de la Misa, que mañana comenzamos a ver. 
Feliz día, viviéndolo muy UNIDOS en el Espíritu del Señor.